Gijón es una ciudad interesante, extraña para Asturias, una especie de resumen, síntesis si cabe. Aglutina la industrialidad de Aviles, cierta burguesía ovetense, el calor de las playas cantábricas y la vista de la cordillera verde y brumosa al horizonte.
Esta intervención torrezna coincidió en plenas fiestas y con un día de sol pleno, cosa extraña para el Principado.
Nos gusta tomarnos tiempo para preparar los trabajos. En este caso encontramos una saliente al mar que separa el muelle de la playa donde disfrutamos del buen tiempo junto a grupos de botellón que lentamente iban tomando la explanada.Es la cuarta vez que vamos a hacer el trabajo de "El Dinero".
Es la segunda que tenemos problemas con los micros. Inicialmente el trabajo está pensado en un espacio público con micrófonos de diadema, esos que se sujetan en el pelo y que dejan las manos libres. Por razones que no viene al caso ahora explicar los micros que tenemos son de mano y con cable, con lo que vamos a estar con las extremidades ocupadas durante toda la intervención. Decidimos utilizar a favor este contratiempo y hacer escorar el trabajo hacia el vendedor de tómbola, típico personaje de las ferias de pueblo asturianas que precisamente se celebran muchas de ellas en agosto.
La inervención se realizó en una calle peatonal y céntrica, el paseo Begoña, donde está ubicado el famoso teatro Jovellanos.Hacer cosas en la calle es extremadamente intenso, también complicado. El público va y viene; es difícil hacer que se mantenga una atención continuada. Aún y con esas el público estuvo atento.
Las intervenciones expontáneas hicieron su aparición en formato de yonki femenino al grito de ¡¡abajo el gobierno¡¡
Nuestros trabájos presenciales tienen poco sentido fotográficamente. Siempre se ve a dos tipos con el mismo traje haciendo lo mismo. No hay más cera. Sin embargo, en esa sencillez radica nuestra eficacia.
Repartir millones de dólares de manera símbólica genera extremo placer. Uno se siente más aliviado, ligero de peso. Descubre al final del viaje cuanto nos ata la economía a la tierra. Ojalá pudieramos ser siempre tan desprendidos, seguramente nuestras acciones tomarían otro carácter.
